La ilusión de la multipolaridad
Con la llegada de Trump al poder coinciden varias lecturas por las que se proyecta el fin de la hegemonía norteamericana, graficada en la (supuesta) decadencia que la victoria del magnate representaría. La pérdida de un compás moral, la caída en desgracia de la economía norteamericana y la alusión a viva voz de un sano retroceso por parte de Trump, son vistas por muchos expertos como el necesario espacio creado para el avance de nuevos actores (específicamente China) en el rol de líder mundial. La realidad es que un escenario de multipolaridad todavía se encuentra muy lejos y la ilusión de la multipolaridad recae en sus dos facetas: la de la irrealidad y la del deseo.
Formar parte de un asiento real en el liderazgo mundial implica la necesaria soberanía y proyección de poder en un área de influencia. Es decir, los poderes de un líder tienen una frontera real respecto al de otro. El único actor con semejante capacidad y proyección para formar parte de tal núcleo (*) es Rusia y permitiría graficar al sistema como uno de doble sheriff en la que unidades lideran coaliciones de dispuestos. El primer atisbo chino de proyectar poder, con la construcción de islas artificiales, ya encontró resistencia real en actores de pequeño fuste (por así llamarlos). Creer que una Nación por tener una capacidad económica descomunal es candidata a liderar el mundo es desviar la atención a la construcción de poder del resto de aquellos que supieron ser la voz del sistema. La primera advertencia que el sistema debería atender para dar cuenta de un cambio factico de la distribución de poder estará dada por un el inicio de un conflicto de baja intensidad por parte del coloso asiático. Esa prueba indicará que la potencia está testeando su programa de defensa y sus reales capacidades. Incluso la llegada de inversiones chinas no debe ser vista como el avance de una potencia sobre los intereses de otra. Eso es simplemente sobredimensionar las escalas. La proyección de poder real norteamericano aun es global y multifacética; es decir, no es sólo tener bases militares alrededor del mundo; es disponer de intereses financieros, canales de comunicación con emisión sin par, capitales y empresas, penetración cultural ininterrumpida hace más de 60 años, exportación de modelos de estructuración político, social y económico.
La multipolaridad es hoy más un deseo que otra cosa, alimentado por la obvia condición periférica. Y es un deseo peligroso. Los antecedentes no son los mejores. Y en la multipolaridad se esconden impresiones de equilibrio y balances de poder falaces, ya que la multiplicidad de actores de tal calibre en realidad fagocitan el dilema de seguridad. Este dilema empuja a los actores a competir en un escenario de conflictividad porque ya no se compite con uno, sino con varios y los riesgos de disminuir la cuota de poder son exponenciales. Esta conflictividad está a su vez alimentada por la re identificación constante de los actores en detrimento de acciones concretas. Es decir, las relaciones bilaterales se ven melladas por cómo un actor representa al otro en términos históricos de largo o corto plazo según los costos que ello representa. La realidad es que la construcción de identidades está completamente relacionada a los aspectos domésticos de un actor; ello ata a instancias electorales la representación de un actor sobre otro. La Rusia de Obama no es la misma que la de Trump, ello no necesariamente supone un acercamiento: supone distensión. Con el paso del tiempo, y el afianzamiento de los actores como unidades con identidades propias, los lazos relacionales van mutando y cada una de ellas encuentra mayores incentivos para consolidar su propia esencia. Se van desasimilando una de otra.
Lo cierto es que los ejemplos en la historia dan cuenta de unidades que luchan por espacios de poder conseguidos y no renuncian a ellos por el bien de la humanidad o siquiera de unidades vecinas, regionales o aliadas.
*http://www.mrocg.com/analisis-e-investigaciones/84-analisis-internacional/142-el-mundo-en-el-microscopio-y-el-telescopio
