La Crisis de Mali (publicado originalmente el 17 de enero de 2013 en www.mrocg.com)
Con la mirada de los periódicos y noticieros puesta en la crisis Siria, un nuevo conflicto reflotó con crudeza en Malí del cual no teníamos noticias desde el año pasado con el golpe de Estado impulsado por el capitán del ejército Amadou Haya Sanogo. El presidente francés Hollande decidió la intervención del país africano en vistas de frenar el avance del islamismo fundamentalista.
¿Cómo se llega a esta situación?
El conflicto en Malí comienza a tejerse en otras latitudes, más precisamente con la caída del régimen de Kadhafi en Libia. Malí, gobernada en ese entonces por el ahora depuesto presidente Amadou Toumaní Touré, afrontaba una crisis de soberanía sin precedentes alentada por 3 factores: a) el retorno de los mercenarios malíes desde el territorio libio, b) la rebelión Tuareg que impulsaba la independencia del norte del país y c) el accionar de las fuerzas islámicas radicales.
El inicio del conflicto se inaugura con la toma del poder en Malí en marzo del año pasado cuando se constituye el Comité Nacional por la Recuperación de la Democracia y la Restauración del Estado (CNRDRE) presidido por el ya mencionado capitán Sanogo. Como bien dicta la historia, este comité de recuperación democrática lo primero que hace, a través de su vocero, Amadou Konaré, es suspender las instituciones del Estado y el ejercicio de la Constitución. Un mes más tarde, Sanogo establece como presidente interino al vocero del parlamento Dioncouda Traoré. Esta toma del poder obedece a la total inacción del depuesto Touré ante el levantamiento en armas en el mes de enero de 2012 del Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA) dirigido por el grupo independentista tuareg (pueblo bereber nómada que ocupa 5 países africanos) que resultó en el desplazamiento de más de 200 mil personas y que en Abril de ese año declaró la independencia de Azawad. Sumado a esto, el norte del país es refugio de integrantes del grupo Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) que han tomado la conducción del movimiento independentista en vistas de aplicar la Sharia (ley islámica).
La conducción de los destinos del Norte no fue por la vía del consenso tampoco. Existen varios elementos islámicos radicales que se disputan el ejercicio del poder allí y que atomizan los peligros para la soberanía malí. El primer actor de relevancia es el mencionado AQMI, una partición del GSPC argelino (Grupo Salafista para la Predicación y el Combate). Es un grupo dirigido, entre otros, por Abdelhamid Abou Zeid, residente en Tombuctú.
El segundo actor es Ansar Dine. Este grupo es liderado por Iyad Ag Ghali, un héroe Tuareg que llevo a cabo las rebeliones de los año 90. Dominan la región de Kidal.
El tercer actor es el MUJAO (Movimiento por la Unidad y la Jihad en África Occidental). Disidentes del AQMI, y fundado por Harmada Ould Mohamed Kheirou, alias Abou Ghoum-Ghoum, tomó en junio de 2012 la región de Gao otrora controlada por el MNLA.
Por último, varios jihadistas han arribado a la región para participar del enfrentamiento contra cualquier fuerza occidental desde Argelia, Sudán, Costa de Marfil y Senegal.
Las diferencias en el Norte se hicieron claramente visibles con la destrucción de los mausoleos y mezquitas en Tombuctú, que servían de albergue a numerosas e históricas imágenes y tumbas de santos, por los mismos elementos islámicos. Para explicar esto se debe aclarar que elementos sunnitas fundamentalistas entienden como herejía cualquier desviación del monoteísmo.
Cuando se produce el golpe, el sistema internacional se pronuncia en contra, y Francia siendo Malí una ex colonia a través de su canciller Allain Juppé declaró sentirse responsables, porque Malí representaba uno de los alfiles democráticos en el Sahel (la región que cruza todo el norte de África delimitada por el desierto del Sahara y conocida por sus rutas comerciales y sumamente conflictivas). Aparte, 6000 franceses viven en Bamako, la capital de Malí y varios ciudadanos franceses han sido tomados de rehenes en la región incluso antes del golpe. De hecho, este pasado sábado murió un rehén francés, Dennis Allex secuestrado desde 2009, en Somalia en una misión sumida en el fracaso que dejó a los captores con otro rehén francés en sus manos.
Las naciones africanas también le dieron la espalda creando un embargo y un cerrojo económico a Malí que produjo al gobierno interino grandes problemas. No obstante se abrió en su momento una grieta de legitimidad del golpe ya que aquellos partidos nacionalistas que apoyaban el golpe, como el Movimiento Popular 22 de Marzo, pedían al capitán Sanogo evitar escuchar a Francia y a los países occidentes, claramente vistos como elementos imperialistas. Sanogo por el contrario, llamó abiertamente a la intervención en el Norte del país para evitar las gravísimas consecuencias de la instalación de los grupos rebeldes islámicos. La presión cesó con la transferencia de poder hacia Traoré desbloqueando los fondos hacia Malí y decretando una amnistía general.
En Octubre de 2012 se aprueba la resolución de intervención en el Consejo de Seguridad propuesta por Francia y Marruecos (http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=s/res/2085(2012)) y avalada por unanimidad (*la aprobación debe ser por unanimidad, cualquier veto de los miembros permanentes la hace caer). La propuesta apela a la reconstrucción del ejercito malí apoyado por una fuerza multinacional africana con el apoyo externo de las fuerzas europeas que ayudaran desde lo logístico y en la reconstrucción de Malí (no es gratuito claramente que resalte reconstrucción).
Estados Unidos presentó sus reservas respecto a la decisión francesa de intervenir (aun cuando votó a favor). Por empezar entendían que era necesaria recomponer el vínculo con los Tuareg para que rompan lazos con los islamitas y utilizar sus conocimientos del terreno para la avanzada militar. Por otra parte, los norteamericanos no confían en la pericia de las fuerzas armadas africanas con excepción de las de Chad, país al que entienden como al único con fuerzas preparadas.
¿Qué está en juego?
Ya he mencionado algunos factores por los que Francia ha decidido intervenir pero es menester también no dejar de mencionar que es un problema regional y no puntual, por lo que no deben dejarse de lado los intereses de Francia en los países vecinos como Níger, donde obtiene un tercio del uranio de sus centrales nucleares a través de su empresa Areva (que tiene un 70% de participación estatal). También debe considerarse que toda el área del Sahel utiliza como moneda el franco CFA y el tesoro francés garantiza su convertibilidad.
Las reservas de petróleo de la zona para el 2015 se estiman representar un 25% del consumo de un país desarrollado, lo que indica una buena válvula de escape a la explotación de los hidrocarburos en una zona super conflictiva como es el Medio Oriente para países como Estados Unidos (al día de hoy ronda el 18% la participación del crudo africano). Por otra parte, la construcción de ese mega gaseoducto que atraviesa todo el Sahel está a cargo, en gran parte, de Gazprom la empresa rusa más grande del mundo.
Los intereses norteamericanos se traducen en el AFRICOM (http://www.africom.mil/), un programa cívico militar que ha ganado muchísimo peso presupuestario desde el 9-11 (310 millones de dólares en 2010) y que se proyecta como un plan integral de asistencia militar y civil en toda la zona del Sahel para aislar los acercamientos de los grupos islámicos radicales a la región.
Los intereses europeos pueden resumirse a las consecuencias del accionar islámico en África que se traducen en movimientos migratorios no deseados. Por último, para el escenario africano todo el problema se reduce a estabilidad política. Con los ejemplos en Libia, Yemen, Siria, etc. Hay demasiados casos ya en los que la legitimidad y la gobernabilidad se han puesto en duda y podría desembocar en un polvorín continental.
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