La Madre Teresa, la Moral y los Estados Unidos
Corría el año 1996 y la revista especializada Foreign Affairs presentaba un debate de la política exterior estadounidense a mano de dos autores: Michael Mandelbaun[1] y Stanley Hoffman[2].
Dicho debate tenía como disparador las acciones de la administración Clinton, sus intervenciones en los Balcanes, Somalia y Haití y los fundamentos morales sobre los que se apoyaba. Entre ellos destacaba la visión de William Anthony Lake, asesor de seguridad nacional, quien pregonaba una actitud alla Madre Teresa de “defender a quienes no pueden defenderse”. Mandelbaun argumentaba que la administración Clinton, por empezar, no había heredado dichos problemas y había fallado estrepitosamente porque había presentado los objetivos de política exterior anclados en un acto moral de ayuda humanitaria, contrario a los intereses nacionales en virtud de que poco le importaba al ciudadano promedio los destinos de dichas naciones (por su condición periférica) y no representaban un peligro considerable a la hegemonía de los Estados Unidos. En pocas palabras, era demostrar solidaridad sin garantías ni de éxito ni de reembolso. No sólo criticó este abordaje sino que sumó un caso crucial que fue la errónea aproximación de Clinton respecto de la ampliación de la OTAN “en pos de obtener el voto de los descendientes centroeuropeos”, posición que contradecía la propia visión de la administración que buscaba integrar la “nueva” Rusia a Europa.
Mandelbaun concluía que la administración Clinton había fallado en comunicar y delinear con claridad los lineamientos de la política exterior estadounidense y que incluso la administración admitía que dichos objetivos eran imposibles. Mandelbaun entendía que la misión de los Estados Unidos era garantizar el equilibrio militar en las regiones “recuperadas” (haciendo hincapié en las preocupaciones especialmente de Alemania y Japón) porque sin la protección del hegemón incurrirían en una carrera armamentística que incluiría el componente nuclear. Esta preocupación se extendería a las áreas periféricas como Corea del Norte e Irak. Y finalmente, garantizar el libre mercado para reencauzar los vínculos otrora rotos con actores como China, Rusia y Vietnam para consolidar el modelo económico triufante.
En conclusión, Mandelbaun sostenía que bajo los estándares “madre teresa” la administración Clinton había tenido un éxito menor en aquellas empresas como los casos de los Balcanes, Somalia y Haití pero fundamentalmente había fallado en defender el interés nacional tras perjudicar las relaciones con los centros de poder: Europa occidental, Rusia, China y Japón.
La respuesta de Hoffman, llamada “En Defensa de la Madre Teresa”, consistió en establecer que Mandelbaun entendía que la política exterior estadounidense no estaba guiada por intereses sino por valores. Sobre ello indagó sosteniendo que el interés nacional no es una guía evidente de objetivos y conductas sino un constructo social. Que, sí, algunos objetivos son imperativos por la posición de poder de un actor, sus amenazas y necesidades; pero que muchos de esos objetivos estan guiados por preferencias y elecciones. Sostuvo, por ejemplo, que las acciones en pos de los derechos humanos a finales de los 70s y principios de los 80s poco tuvieron que ver con la contención de la Unión Soviética en términos tácticos (se ve que nunca visitó Argentina...).
Identificó lo que Arnold Wolffes señaló como objetivos de posesión y objetivos de entorno, siendo los primeros objetivos de seguridad y los segundos objetivos que persiguen el delineamiento de un orden internacional. Agregó que los problemas que sucedían alrededor del mundo no comprometían la seguridad o los intereses de los habitantes de los Estados Unidos pero se preguntaba si ello implicaba que Estados Unidos debía desconocerlos. Se preguntaba también si un mundo gobernado por crisis internas –que tentarían a los estados vecinos a intervenir-sería un mundo tolerable a los valores de los Estados Unidos considerando la importante interdependencia existente. Hoffman entendía que era un deber moral de los Estados Unidos intervenir, ya sea por la existencia de una amenaza de seguridad como por la necesidad de mantener un orden moralmente aceptable del estado de las cosas. Agregó que ciertos niveles de angustia y colapsos sociales, políticos y económicos eran muy peligrosos para ser ignorados.
Hoffman creía que las dudas y temores de la administración Clinton podían derivar de la división de pensamiento existente entre ideas como la Mandelbaun y la suya pero también por la percepción de una sociedad cansada del conflicto que imponía fechas de salida para las empresas de política exterior y que justamente ese tipo de pensamientos comprometía el éxito de dichas empresas condenando al caos y a la miseria en el exterior. En definitiva, que la apatía por el estado de las cosas en aquellos lugares distantes y desconocidos pronto tocaría las puertas de los indiferentes.
Curiosa la elección de la Madre Teresa como sujeto político para identificar los cursos de acción de ayuda humanitaria y encima citando el caso de Haití. Según las investigaciones de Christopher Mitchell en su libro “The Missionary Position” La Madre Teresa muy lejos estaba de la imagen de “defensora de quienes no se pueden defender”. Las investigaciones arrojaron que entabló amistad con el dictador de dicho país, Jean Claude Duvalier[3]; que apoyó la dictadura de Enver Hoxha en Albania[4]; que sostuvo en su visita a los Estados Unidos “Hay algo muy hermoso en ver a los pobres aceptar su suerte, sufrirla como la Pasión de Cristo. El mundo gana mucho con su sufrimiento”[5]; que negaba asistencia médica a los moribundos bajo su cuidado[6]; que nunca expresó sus diferencias con asesinatos políticos aun en sus estadías en Centroamérica[7]; que se hizo de donaciones fraudulentas a manos de Charles Keating –quien estafó a cientos de personas, mayoritariamente de escasos recursos- y que nunca devolvió (incluso ante el pedido del fiscal de la causa)[8]; que apoyó al sacerdote pederasta Donald McGuire, tras una acusación de abuso y gracias a su apoyo pudo continuar ejerciendo y abusando (Hoy cumple una condena de 25 años de prisión)[9]; que solicitó perdonar a la empresa Union Carbide por gestar uno de las mayores catástrofes industriales de la India[10]; que nunca transparentó las donaciones a la Orden de las Misioneras de la Caridad de la que se supo que sólo el 7% de sus ingresos estaban destinado a los pobres[11].
En conclusión, si nos hacemos de la idea de que la Madre Teresa es guía de intereses o valores estadounidenses podemos entender y comprender mucho de los abordajes intervencionistas de aquel país.
El moralismo de Hoffman no es otra cosa que una continuidad de los propios pensamientos de Mandelbaun. Los valores que pregona reposan sobre la continuidad aceptable del estado de las cosas, vale decir: la hegemonía. Mandelbaun, un realista en los términos de las escuelas teóricas, es coherente con sus postulados sosteniendo que la política exterior debe centrase es las relaciones y protección de los regímenes internacionales con los centros de poder, lo que coloquialmente llamamos potencias. Pero la condición hegemónica apoya la teoría de Hoffman, pero no por postulados morales sino por su condición inherentemente multidimensional. Estados Unidos, Roma o cualquier centro hegemónico sistémico se hacen cargo de las problemáticas sistémicas porque todas ellas afectan en última instancia sus cálculos de poder. Puede ser desde una óptica de realismo defensivo, maximización de seguridad, o realismo ofensivo, maximización de poder. Pero las lecturas de poder no pueden circunscribirse a una lectura realista materialista (Mandelbaun) sino que, por el principio regulador de la Anarquía sistémica, la construcción de identidades, representaciones y narrativas le son propia en su disputa, entre otros al actor preponderante del sistema internacional. Especialmente si éste carga con una situación hegemónica ya que se constituye como la expresión de la relación asimétrica entre los actores del sistema y el narrador del “aceptable estado de las cosas”. En palabras de Hoffman: un mundo tolerable a los valores de los Estados Unidos.
La moral es un concepto cubierto de abstracciones legitimantes de discursos, narrativas y retóricas harto complejas. Madre Teresa es el verbo que lo prostituye.
[1] https://www.foreignaffairs.com/articles/haiti/1996-01-01/foreign-policy-social-work [2] https://www.foreignaffairs.com/articles/1996-03-01/defense-mother-teresa-morality-foreign-policy [3] https://www.washingtonpost.com/archive/opinions/1995/10/29/the-company-she-keeps/247eced4-f77b-413a-8615-b887b0127429/ [4] https://www.youtube.com/watch?v=1HQMIYxY3iM [5] https://www.theguardian.com/commentisfree/2016/sep/04/mother-teresa-admiration-sainthood-dying-kolkata [6] https://www.nytimes.com/es/2016/08/30/espanol/las-razones-por-las-que-un-medico-se-opone-a-la-canonizacion-de-la-madre-teresa-de-calcuta.html [7] https://nuevatribuna.publico.es/articulo/mundo/el-vaticano-la-pobreza-y-hait/20111006211851063189.html [8] https://www.latimes.com/archives/la-xpm-1992-04-05-fi-1035-story.html [9] https://www.bishop-accountability.org/news2012/01_02/2012_01_11_Jamison_TaintedSaint.htm [10] https://www.nytimes.com/1984/12/12/world/mother-teresa-carries-her-message-to-bhopal.html [11] https://es.slideshare.net/karsevakindia1/wuellenweber-mother-teresa-where-are-the-millions-die-stern-1998
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